La flamenca del whatsapp en los negocios
2015-10-23 08:16:08 Luisa López Comunicación online,Relaciones públicas
Hace algún tiempo la prensa se hacía eco de una noticia sorprendente: un libro de texto en Barcelona que mostraba a alumnos de 5º de Educación Primaria el «lenguaje del móvil». El caso acaparó la atención de educadores y padres, con las manos en la cabeza ante tal intromisión en el currículo escolar. Las nuevas tecnologías han modificado nuestro comportamiento y nuestro estilo de vida, atacando al mayor patrimonio inmaterial con el que contamos las personas: el lenguaje.
En 2006, en pleno apogeo SMS, aparecieron los primeros estudios que tildaban el lenguaje que utilizábamos con los míticos Nokia o el Alcatel one touch de «fenómeno social y lingüístico». El tiempo no ha hecho más que acrecentar este hito. Con la llegada de los smartphones, y su teclado emoji, la comunicación ha revolucionado los modelos relacionales, llegando a introducirse en el mundo de los negocios. Desde hace unos días las ‘caritas’ son alternativa al like! de Facebook y hasta hay grupos de presión para influir en Unicode Consortium, el organismo que ‘crea’ los emoticonos.
Aunque lo hemos hecho tan nuestro que no concebimos un día sin él, tengo que advertirles que el whatsapp no es para el mundo de los negocios. Si lo que pretendemos es acercarnos a nuestro posible cliente, la confianza que ofrece cualquier tipo de app de mensajería, que debe reservarse para casos in extremis, no nos ayudará en nada. Con las redes sociales pasa lo mismo, ese mundo apasionante de la conectividad universal sin límites puede hacer que el despegue del proyecto de nuestra vida se quede en un simple sueño.
La comunicación en la empresa debe ser formal, seria y regida siempre bajo los más estrictos cánones de corrección. La abreviación que utilizamos en los ámbitos más coloquiales nunca debe traspasar la barrera de los negocios. Como consultora de comunicación insisto mucho a nuestros clientes en que no se dejen llevar por la rapidez y la ligereza del día a día y que cualquier tipo de comunicación que realicen debe responder siempre a las normas ortográficas y a la corrección gramatical.
No debemos dejarnos llevar por la sensualidad del lenguaje audiovisual que rodea con suntuosas tentaciones nuestra vida. Porque el contrato de nuestra vida no puede depender de un «XD», de una flamenca multiplicada por cinco o de una frase lapidaria en la que falten caracteres.
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