Permanecer por debajo del radar
2015-12-03 08:58:53 Jerónimo Cabana Comunicación estratégica,Relaciones públicas
A los medios de comunicación les suele desconcertar e intrigar que un empresario o ejecutivo de éxito tenga un perfil bajo de comunicación, que no aparezca en los actos públicos, que mida sus intervenciones y sea reacio a los focos. A la industria del espectáculo le descontrola que algunos de los artistas más importantes de Europa sean celosos de su imagen y midan sus apariciones en público.
Los pioneros y grandes defensores de los perfiles altos de comunicación han estado siempre en EE.UU. Los hombres que edificaron la pujanza de esta economía han sido siempre venerados, formando una nobleza burguesa muy aclamada y admirada por la opinión pública. Rockefeller, J.P. Morgan, Carnegie, Ford o Vanderbilt construyeron sus imperios apoyados en elevadas inversiones en campañas de relaciones públicas, publicidad y en acciones de caridad, precursoras de las acciones de Responsabilidad Social de ahora. A ellos les sucedieron sus herederos, formando dinastías.
En esta época post industrial la relevancia pública de Bill Gates, el difunto Steve Jobs, Sergei Brin y Larry Page es monumental; mucho mayor que la de muchos otros líderes a nivel global a lo largo de la historia. Los entornos altamente competitivos son caldo de cultivo para egos superlativos que necesitan expandirse en la opinión pública.
Sin embargo, la manera de comportarse en Europa es muy diferente. Aquí se valora el encanto discreto, el hacer sin que se sepa, el trabajo sordo. Y, sobre todo se valora la privacidad y la intimidad. Si el modelo de empresario estadounidense es el ubicuo Donald Trump con sus constantes salidas de tono en su alocada campaña presidencial; el hombre más rico del mundo se pasea por A Coruña con cierta tranquilidad envuelto casi en el anonimato haciendo la misma vida desde hace 30 años.
Mientras las divas como Taylor Swift están en todas partes, la estrella británica Adele acaba de salir de nuevo a la luz tras años de serena discreción. Cuando la cara y el sombrero de Pharrell Williams saturan todos los canales, los dos genios franceses que están debajo del casco de Daft Punk llevan vidas normales amparados en su anonimato. De estos pocos ejemplos no se puede hacer una regla, pero sí que existe una tendencia.
Quizá fruto del excesivo afán de protagonismo de la clase política, que todo lo quiere colonizar, incluida la opinión pública, hay muchos empresarios, directivos y personas con ideas preclaras que no desean salir en los medios. Se trata de personas con capacidad de influir en las ideas, de cambiar el modelo económico y de generar valor compartido.
Son pocas las personas que teniendo cosas que decir verdaderamente importantes son escuchadas. Muchas de ellas se asustan ante los periodistas, no quieren participar del ruido y de la espuma que se crea cada día en redes sociales y medios de comunicación. En la vorágine de memes, trending topics y chascarrillos sobresalen los exabruptos y las salidas de tono. Otros, las pocas veces que aparecen en público no son comprendidos como merecen.
Hace unas semanas asistí al Congreso de Directivos CEDE 2015 y escuché muchas ponencias interesantes. Una de ellas, de Isidre Fainé, presidente de CaixaBank, que pronunció un discurso inspirador sobre el papel de los directivos y de las empresas. Desde aquel momento estoy buscando el contenido íntegro para repasarlo e interiorizarlo. Sin éxito. Sólo he encontrado notas de prensa flojitas, noticias con frases sueltas y titulares previsibles. Por lo menos, queda un recurso en YouTube.
Sólo se ha reproducido unos cientos de veces, cuando debería tener varios miles de visionados. Es más, compárenlo con el celebérrimo discurso de Steve Jobs en Stanford en 2005, que tiene 23 millones de reproducciones. EE.UU vs España. Seguro que Isidre Fainé y su equipo de comunicación pasaron días elaborando ese discurso para que, al final, se lo lleve el viento.
Todo esto lo digo con conocimiento de causa, porque he participado de la redacción de innumerables discursos ante foros relevantes para algunos de nuestros clientes. Horas de trabajo para explicar ideas clave, estrategias de mejora en materia de ciencia, educación, economía, empresa…
Sólo de vez en cuando, en algunos sitios, como diamantes en una escombrera, se pueden asomar los asuntos realmente relevantes. Como el drama demográfico de Galicia, que lleva años denunciando José María Arias, presidente de la Fundación Barrié. O la necesidad de que la sociedad española aborde cambios trascendentes en su universidad, como defiende Antonio Abril, presidente del Consello Social de la Universidad de A Coruña.
Sin duda que la opinión pública pierde mucho cuando los verdaderos creadores de ideas, a los que se debería tener en cuenta, se mantienen fuera del alcance del radar, y sí que se levanta la cabeza cuando hablan personajes carentes de capacidad y cuyas aportaciones a la sociedad son superfluas.
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