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Ya no nos gusta hablar, solo escribimos

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18 de octubre de 2016

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Ana Loureiro

2016-10-18 08:10:58 Ana Loureiro Comunicación estratégica

Comunicación oral: ya no nos gusta hablar, solo escribimos

La evolución de la tecnología a lo largo del tiempo y sobre todo a raíz de la aparición de Internet nos ha proporcionado muchas más herramientas para estar más conectados y aparentemente mejorar nuestra forma de comunicarnos, pero lo cierto es que la calidad de nuestra comunicación se ha deteriorado.

Hasta la llegada de estos nuevos medios, el predominio de la comunicación hablada frente a la comunicación escrita era mucho mayor, mantener una conversación de voz a través del teléfono era muy habitual, hoy no lo es tanto. Hemos simplificado la forma de comunicarnos, lo que antes resolvíamos con una llamada de teléfono ahora lo hacemos con varios mensajes de texto.

La comunicación escrita domina nuestra forma de comunicarnos. Nos pasamos el día enviando y recibiendo mensajes cortos, la mayor parte de nuestras comunicaciones, según el Informe de la Sociedad de la Información de la Fundación Telefónica 2015, las realizamos a través de aplicaciones de mensajería instantánea como Whatsapp o Telegram. Además de compartir fotos, vídeos, o escribir tweets en redes sociales, como Facebook, Twitter, Snapchat o el recién estrenado Instagram Stories. Estas últimas permiten que nuestro mensaje desaparezca en cuestión de horas, haciéndolo totalmente efímero. Tenemos la posibilidad a tan solo un toque de que nuestro mensaje sea publicado a la vez en diferentes plataformas y éste a su vez alcance a diferentes personas al mismo tiempo.

Comunicarnos solo de forma escrita puede dar lugar a interpretaciones erróneas de un mensaje, porque carece de otras acciones como el tono de voz, los gestos que empleamos al expresarnos o el énfasis que le damos al mensaje y que son esenciales para expresar de forma correcta lo que queremos transmitir. Además de que a la larga reduce considerablemente nuestra capacidad dialéctica.

La comunicación escrita resulta también una manera más económica de comunicarnos ya que utilizamos cada vez más Internet y cada vez menos las llamadas telefónicas. Las compañías telefónicas lo saben y por ello ya desde hace tiempo ofrecen a los usuarios tarifas planas de datos para que naveguemos sin límite. El envío de mensajes de texto hace que la emisión y la recepción de los mensajes se lleve a cabo sin coincidencia temporal y encontrándose separados por un cierto período de tiempo, lo que hace que podamos pensarnos la respuesta y dónde y cómo queremos contestar.

Es cada vez más frecuente que se den situaciones como acudir a una reunión de amigos en la que en lugar de hablar entre nosotros saquemos el móvil para hablar al mismo tiempo con otras personas que no se encuentren allí, o nos pongamos a consultar nuestras redes sociales, dejando totalmente de lado y no prestando atención a la conversación que está presente.

El problema radica en que en España no existe una cultura ni una preocupación por aprender sobre oratoria. Para la mayoría de la gente hablar en público supone pasar un mal trago, se convierte en un momento incómodo, la mayor parte de las veces porque no tenemos soltura o no sabemos cómo enfrentarnos correctamente a la situación.

Una buena muestra de ello son nuestros políticos. En las sesiones parlamentarias las preguntas están pactadas previamente y los discursos están elaborados con anterioridad, lo que no da pie a ningún tipo de argumentación improvisada. No estamos lo suficientemente educados en este ámbito y esto se refleja en que aprender a hablar en público es una asignatura pendiente en nuestro sistema educativo. Comenzar desde la más temprana edad a educar a los más pequeños en ese campo supondrá que en un futuro se adquieran una serie de habilidades comunicativas que serán útiles en su vida tanto profesional como personal. Además de enseñarles a pensar y a defender todo tipo de opiniones utilizando la argumentación, es importante que aprendan a convencer a las personas y a ganar seguridad en uno mismo. Aprender a comunicar con eficacia es una habilidad básica hoy en día.

Algunas Universidades españolas, como la Complutense, cuentan con clubes de debate que ayudan a los alumnos a adquirir habilidades como la capacidad de trabajo en equipo, capacidad de pensamiento crítico o de planificación y organización.

En ese sentido, países como EE.UU nos llevan ventaja, comenzando por su presidente Barack Obama. Es un ejemplo de orador, da sus discursos sin ningún tipo de nota y además incluye técnicas de storytelling lo que hace que su discurso sea más creíble y natural.

En EE.UU se apuesta además por incluir la oratoria en los planes de estudios como una asignatura voluntaria. El public speaking (hablar en público) enseña a los alumnos a hablar en público y a argumentar, debatir, y exponer un tema. Hay numerosas escuelas universitarias especializadas en formar a personas para que sean asesores de políticos y especialistas en escribir un discurso. Además de asociaciones que promueven competiciones de debate por todo el país.

Reino Unido es otro ejemplo de buenas prácticas a la hora de aprender a hablar en público. Formarse en el campo de la oratoria otorga un componente de cierta clase social. Poseen una dilatada experiencia en competiciones de debate, sobre todo en las universidades de Oxford y Cambridge.

Sin duda, no todo el mundo posee el mismo nivel de destreza o un talento innato para adquirir habilidades de comunicación. Pero con mucho trabajo y sobre todo entrenamiento, apoyado con una buena formación que nos aporte una base y unas técnicas, podremos convertirnos en unos buenos oradores y dominar este ámbito casi tan bien como dominamos la comunicación escrita.

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