El futuro del mejor oficio del mundo
2016-01-14 10:14:44 Patricia Gómez Comunicación estratégica
“Voy a estudiar periodismo”. La frase del chaval cae como una bomba en la cena familiar y desata una retahíla de amables reconvenciones que intentan que el cabeza de chorlito abandone semejante locura, y destine sus esfuerzos a labrarse un futuro en cualquier sector que no sea el desierto en el que se han convertido los medios de comunicación.
Porque el que García Márquez calificaba como “el mejor oficio del mundo” se ha convertido en un territorio yermo no solo por los altos índices de desempleo y precarización laboral que denuncian cada año las asociaciones profesionales, sino también por el notorio descenso de calidad de unos medios de comunicación amenazados por la inmediatez y la capilaridad de las redes sociales y heridos por la crisis económica.
En este entorno adverso muchos medios han cerrado, otros han optado por convertir la información en espectáculo en aras de la supervivencia y los más agonizan sin encontrar el camino que vuelva a hacer rentable la producción de contenidos en un mundo en el que se ha impuesto la gratuidad de la información. Además, como en otros muchos sectores, las nuevas tecnologías han mermado los puestos de trabajo y condensado las tareas hasta reducir a mínimos las plantillas de los medios de comunicación.
Pero tras los reproches, y ante la evidente inutilidad de los mismos, hay que plantearse las posibilidades que le quedan al incauto que ha decidido encaminar sus pasos hacia el oficio de hacer llegar al público historias de su interés. O dicho de otro modo: la generación de contenidos para su difusión.
Dicho así suena importante. Y se ajusta más a la realidad y al futuro que espera a las nuevas generaciones de periodistas y profesionales de la comunicación. La inmediatez de internet, la revolución de las redes y los avances tecnológicos no solo han sacudido a los medios de comunicación tradicionales sino que han transformado también profundamente la comunicación empresarial. Así, por ejemplo, las grandes multinacionales se han convertido en poderosas maquinarias de generación de contenidos. No hay más que echar un vistazo a webs como la de Coca-Cola, en las que junto a la información sobre los productos y la actividad de la compañía de la ‘chispa de la vida’ podemos encontrar noticias sobre música, literatura, estilo de vida, compromiso social, ecología y hasta su propio gabinete de estudios sociológicos dedicado nada menos que a investigar sobre la felicidad del planeta. Todos esos contenidos, y otros generados en exclusiva para las redes sociales, necesitan de amplios equipos humanos dedicados a su creación, redacción y difusión. Pero es que existen muchos otros ejemplos como Son Estrella Galicia o el BBVA y la Liga española.
Esta ola empieza a llegar también a las pequeñas y medianas empresas y a las instituciones que aún hoy solventan la comunicación con sus grupos de interés con una web corporativa poco actualizada, una ocasional campaña para un producto o etapa concreta y una presencia en redes que, en demasiadas ocasiones, no está correctamente mantenida ni bien enfocada hacia sus necesidades. No se trata de reproducir a pequeña escala lo que hacen las grandes, sino de poner en manos de los profesionales adecuados la tarea de hacer llegar a los públicos objetivos la información relevante sobre la compañía. Será el tamaño y la actividad de la empresa o la entidad la que determine si se debe contar con un equipo de comunicación propio o externo, pero ignorar su necesidad en un mundo globalizado, transparente, con públicos y clientes más informados y con mayor capacidad de elección que nunca es abocar a la empresa al fracaso o, como mínimo, dar demasiada ventaja a la competencia.
Por eso, los creadores de contenidos –los periodistas– seguirán siendo necesarios. Y seguirá siendo el mejor oficio del mundo si, donde sea que desarrollen su labor, mantienen los valores del rigor, la veracidad, la responsabilidad y la humanidad que han conformado la ética periodística. Algunos, tal vez los menos, peleando en unos medios de comunicación de presente incierto, pero que están modelando su futuro. La mayoría, aplicando esos mismos criterios desde su trabajo en empresas e instituciones para ser la correa de transmisión de sus valores a la sociedad.
Puede que el chaval tenga un futuro… Y en el fondo, sólo hace lo que ha visto en casa.
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